Estimados amigos….
Justamente yo que no soy hombre de las letras y si es en este bar que no le faltó hombres de las letras….bar por el que han pasado y pasan, también, hombres de la poesía, la música, la plástica, el teatro, artistas, inventores, hombre de las ciencias, de la historia, de la filosofía, de las matemáticas, del cine, de los oficios, laburantes, hombres con alma de bandoneón….de todo.
Justamente como les decía este bar lo que no le falta es hombres de letras, justamente, hoy, ahora, me atrevo a despedir con unas palabras sólo para dejar testimonio, un testimonio de un lugar, de una época y de un grupo de amigos, conocidos, la mayoría que por aquí habitualmente pasamos y que fue nuestro lugar de encuentro preferido, elegido, sí, elegido y al que pertenecemos y nos identificamos…y les hablo desde el lugar de la melancolía …y desde qué otro lugar se puede hablar sino desde la melancolía para despedir a un bar, tal vez el último café-bar, como lo quieran llamar, de nuestro pueblo en esta esquina (de V. Sarsfield y Avellaneda).
Desde la melancolía cuántas letras de tango se han escrito en un café, cuanto amparo en una mesa de café por aquel desengaño….la melancolía es parte del bar tanto como la máquina de café….
Hoy nos toca a nosotros despedir esta esquina y al bar cuando creíamos que por esa esquina y este bar nos iba a ver partir a cada uno de nosotros…no estamos preparados para esta angustia…porque es así amigos, debemos hoy soportar esta angustia y que no es otra cosa que un duelo…..
Cada café-bar deja su impronta a través de sus paredes, sus mesas, sus sillas…., por sus dueños, sus mozos, pero inevitablemente y esencialmente por cada uno de los personajes que transcurren por él….todo ese conjunto hace su impronta…En la mayoría de los bar-café seres racionales hablan de la soja, el dólar, de river, de boca, todos saben de todo y dicen que el bar es un cable a tierra. Justamente en este bar es diferente…es que aquí no es un cable a tierra sino que es un cable al cielo, al delirio….sin red. Justamente a este café lo que le faltó fue hombre “normales”, como la mayoría dicen ser, como a los hombres de este café no les importa nada las leyes del mercado los seres racionales los llaman “perdedores”, “el café de los perdedores”…en este café habitan locos, sí, locos con licencia para volar, por eso su encanto, su terrible encanto, su delirio, su impronta…Umberto Eco dice en su último libro:”El saber de la erudición está reservada a los perdedores”…
Amigos, no puedo soportar solo la idea de la demolición de esta esquina, si desde el origen de este pueblo esta esquina fue cafñe.bar…yo lo conocí desde cuando fue el bar de mingo, luego del Omar, el Angelo y ahora Cambalache…Así como en los ochenta vimos morir el cine Colón, aunque no tuvo la desdicha como el Cinema Paradiso, esta vez vamos a presenciar la demolición del Cambalache. Como la fuerte de los fantasmas del Roxi, la canción de Serrat y también ocurrirá que dentro de algunos años, cuando ya se encuentre instalado vaya a saber qué supermercado o banco o qué y tal vez ocurran cosas a las que nadie encuentre explicación, como que un vigilante nocturno asegure que ve todas las noches como sacados de un cuadro de Galliano en una mesa contra la ventana, en penumbra, apenas visibles por el humo del cigarrillo al chocho, al loro, al pato, al chueco, al curato, al chicato, asomado por la ventana, todos absorbidos por una partida interminable de ajedrez, en el otro extremo, solo en un rincón con el diario ya listo para saborear, a punto, Meinardi…más acá choma explicándole al peca su teoría sobre el origen del universo, allá, el cata, el bachi, la guitarra y el pochi en el fuelle, entonando las notas de cambalache, al Daniel explicando su invento ya inventado pero sobre ruedas, al bachicha murmurando decepcionado por aquel niño que aconsejó, cio crecer, que años después triunfó y cuando volvió al pueblo paseado en el autobomba no se detuvo a saludarlo, o quizás sorprenda al vigilante nocturno que una apasionada voz desde lejos como un susurro entone la melodía de amada amante, al acercarse atraído por aquella voz todas las noches una y otra vez al acercarse deja de cantar y le ofrece alfajores de maicena…y el mozo que lo llaman “hueso” que atiende todas las noches, mesa por mesa, tiene la particularidad costumbre de llamar a todos los clientes por igual:”Cagliero”.
Como les decía amigos justamente yo que no soy hombre de las letras, vengo solamente a dejar un testimonio que aquí en esta esquina que desde el origen de este pueblo siempre hubo un bar-café como lo quieran llamar que fue elegido por perdedores con alma de bandoneón, por locos, delirantes, con licencia para volar, con un cable al cielo, sin red y que por eso tuvo su terrible encanto, su musa, su impronta….y que sólo nos quedó por decir que aquí, algunas veces, nos encontrábamos y que por momentos solo aquí nos sentíamos felices….
Dedicado a estas paredes testigo de la vida de un pueblo que es parte de la identidad, soñadores de un barco que tiró anclas con él se van amores y desamores, luchas políticas, personajes, desencuentros, hoy la modernidad obliga, por eso te despedimos nosotros.
Los amigos de Cambalache
Fuente: El Heraldo
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