Se trataba de una construcción con materiales de primera calidad la que ocupaba 100 metros por lado, contando con cuatro grandes salas y un enorme salón central contiguo a la entrada, a pesar de aquellos años ya contaba con baños totalmente equipados con agua fría y caliente. Las puertas y ventanas vidriadas eran en su totalidad de madera de cedro. En su centro ostentaba un imponente patio de ladrillos y en su parte posterior se elevaba un gran tanque de agua con su correspondiente molino y el infaltable e histórico aljibe.

El edificio estaba totalmente terminado pero nunca se concretó el sueño del colegio en funcionamiento, el mismo había quedado a cargo del Cura Párroco Tomás Luque, quien lo cedía en las fechas patrias par que se realizaran cenas, bailes y kermés es.

También fue cedido en préstamo para albergar a varias familias que aquí recordamos: los Ramírez, también habitaron las familias de José y Atanasio Comini, la de Isauro Arguello, la de una familia Moyano etc. siendo su último morador don Santiago Giecco. Al mismo tiempo se pudo saber que del gran aljibe se abastecían los lugareños y gente de dos industrias: el sodero Percibaldi y la fábrica Sebaste con sendos carros aguateros tirados por un caballo y un extractor para sacar el líquido elemento.

Una vez terminado el Colegio de Artes y Oficios y para que cumpliera su misión específica, le fue ofrecido a la Congregación de Los Salesianos. Nunca se supo por que no se utilizó para tal fin, quedando abandonado a su suerte.

En el año 1950, en la intendencia del Sr. Pedro Sartori dicha reliquia fue demolida, el nombrado fue quien adquirió todo ese predio.

Lo único que quedó en pie fue su emblemático aljibe, el que también fue derruido en la década del ’90 para dar paso a la construcción del barrio del gremio del plástico.-

La ubicación exacta en la actualidad sería la manzana que se encuentra entre las calles Luís Morelli e Ituzaingó.