Para todas las madres que son o fueron así, como la mía, o diferentes, pero que siempre están en nosotros.
Para todas las madres que son o fueron así, como la mía, o diferentes, pero que siempre están en nosotros.
Si la hubieras conocido…
Sembraba marimonias,
movía la tierra,
bordaba canteros,
florecía niños.
Peinaba cabellos
rubios, castaños,
lacios, con rulos,
dóciles, rebeldes al viento.
Diseñaba trajes
para hacerte artista,
te cambiaba la vida
por un momento
eterno.
Amasaba la comida,
le dejaba un sabor a madre
que ahora nunca encuentro.
Su figura
te cuidaba desde las ventanas,
apenas perceptible
desde lejos.
Adivinaba penas
grandes
que abrazaba
junto con tus huesos.
Ella decía verdades,
pocas palabras,
a veces contaba cuentos.
Caminaba con la cabeza inclinada,
con una sonrisa amable
como respondiendo al tiempo
que venía largo y paciente
por su sendero.
Me levantaba buscándola.
Por las orillas de las veredas
iba a su encuentro.
Perfumaba pañuelitos
que yo ponía bajo la almohada
para ahuyentar los miedos.
Ella no necesitaba nada,
solo había una pena en la mirada…
o es lo que yo recuerdo.
Autora: Mónica A. Spesso
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