La moda y la inclusión no muchas veces van de la mano. Por lo general, una amplia mayoría queda marginada del paradigma dominante de “modelo”. Pero en la ciudad cordobesa de Arroyito, desde hace 13 años el Colegio Hermanas Mercedarias del Niño Jesús venció muchos de los estereotipos, y transformó un desfile de modas en un evento artístico integrador, en el cual todos sus alumnos participan mostrando además sus propias creaciones.

El evento ya es un clásico de la ciudad. Para esta edición, en el año en el que el colegio celebró su centenario, se presentó el espectáculo Revolución Pop, que en la pasarela mostró atuendos ligados a las décadas de 1970 y 1980, sumando coreografías, una banda en vivo y acrobacias en telas.

A través del tiempo el show se ha ido perfeccionado y se transformó en un espectáculo que toda la ciudad espera cada fin de año.

Brisio contó que los alumnos desde principios de año esperan saber cuál será la temática a trabajar. Pero ella se guarda el secreto y dos meses antes del evento revela la propuesta y precisa el material de estudio para que los estudiantes empiecen con sus creaciones. “Cada año tiene un propósito distinto y debe ser un tema que se pueda desarrollar desde sexto grado hasta el secundario y terciario. Para esta edición pensamos en las marcas que dejaron esas dos décadas pasadas, partiendo del contexto sociocultural, el arte, la música, la vestimenta”, indicó.

Paola Manara, directora del colegio, explicó que “el proyecto fue creciendo y mutando con el tiempo, e involucrando a docentes de las materias de teatro, música y otras que se sumaron y aportaron a la iniciativa. Toda la escuela se une y eso se refleja en el trabajo final que nos llena de orgullo, por nuestros alumnos”.

Sin estereotipos

La profesora Brisio confesó que, cuando empezó a trabajar en este proyecto, le preocupaba el tema de los estereotipos y cómo podían afectar en el crecimiento y educación de los jóvenes. Con el correr de los años ese temor fue desapareciendo “por la forma en que ellos desde pequeños fueron venciendo prejuicios y se integran, sin perder su esencia”.

“En nuestro desfile no trabajamos con el canon de belleza que se utiliza en uno convencional. Yo siempre les digo a mis alumnos que la belleza con el tiempo se pierde, en cambio el estilo y los valores permanecen. Por eso valoramos y fortalecemos el interior de cada uno y no nos centramos en lo físico”, apuntó la docente.

En sólo ocho clases, el alumno debe informarse y conocer los aspectos más relevantes del tema utilizando el material teórico y audiovisual que aporta la docente.

Mientras, se diseña y realiza el vestuario a presentar. “Cada uno hace un boceto de cada prenda y detalla los materiales y colores que utilizará. Cuando está aprobado empieza a confeccionarlas”, precisó. “Somos muy detallistas. Cada alumno debe tener en cuenta el vestuario, maquillaje y peinado. Desde las uñas hasta la punta de cabello deben estar cuidadas”, señaló Brisio.

En la elaboración de las prendas, las familias ayudan a cortar y coserlas. “En este punto es fundamental el apoyo que reciben de la casa y desde la escuela nos sentimos muy respaldados por el acompañamiento que dan los padres”, apuntó la directora Manara.

Ni uno solo afuera

Nunca un estudiante se negó a participar y son ellos mismos los que fomentan la organización del evento, cada año, según marcó Brisio. “A veces me gana el cansancio y quiero dejar, pero mis alumnos me dicen que debemos seguir”, indicó.

En esta última edición participaron 202 alumnos desde sexto grado de la primaria, todos los cursos del secundario y un curso del profesorado de nivel terciario que se dicta en esta escuela.

“Es una verdadera fiesta para los chicos que muestran sus trabajos, para el personal docente y directivo que asistimos para que todo salga perfecto, como también, para los padres y familias, que vienen a apoyar a sus hijos”, finalizó la directora.

Y nadie queda afuera.

*Corresponsalía