“Es un pueblo muy chiquito que queda a dos horas de Córdoba capital”, explica ella ni bien nombra su terruño. Le sale de corrido. “Es que nadie lo conoce”, admite entre risas. Pero para el deporte de Córdoba, Carrilobo (a 150 km de la Capital cordobesa) es también la tierra del exbasquetbolista Luis Emilio “el Mili” Villar, quien es, además, primo del papá de “Delfi”.

“Me llegó la propuesta de irme a vivir a La Plata para entrenar con Brenda y el entrenador, que es su papá (Pablo). Me fui con una beca del Enard. Todo pensando en los Juegos”, cuenta la cordobesa y asegura que “en ningún momento” lo dudó.

“Desde un principio quise irme, porque iba a las concentraciones sin entrenar porque en Carrilobo no hay canchas, no hay arena”, justifica. La propuesta también incluía jugar vóley indoor para Estudiantes, y Delfina la aceptó, aunque este año priorizó sólo el beach “para no correr riesgos con las lesiones”.

El proceso se aceleró rápidamente para la cordobesa. Desde que se fue a La Plata, jugó los mundiales de beach vóley Sub 21 y Sub 19 en Nanjing (China), y 10 citas sudamericanas entre Mayores y Menores.

“Fue un cambio muy grande. En Carrilobo ni llave a las puertas le ponemos; y en La Plata, tenés que estar todo el tiempo con cuidado. Para mis padres, también fue un cambio importante... al principio estaban inseguros”, repara la cordobesa, quien disfruta cada vez que vuelve a casa. “Cuando voy a Carrilobo, todo el tiempo me hablan, me felicitan. Me paran en la calle para saber cómo me fue, cómo ando, qué viaje tengo... Les agradezco porque me hacen sentir muy bien”, se enorgullece. Delfina comenzó a jugar al vóley con su melliza cuando tenían 5 años, en la plaza del pueblo. Entonces fueron en busca de una “profe”, reclutaron a más niñas y armaron un equipo. “Jugué varios años, pero como no había tanto nivel nos fuimos a Pozo del Molle, ahí estuvimos siete años”, repasa quien durante ese tiempo unió tres veces por semana los 25 kilómetros que separan las dos localidades del departamento Río Segundo. “De allí pasé a jugar a Rivadavia, de Villa María, todo 2016; y en 2017 me fui a La Plata”, resume.

Aunque sin cancha de arena, su incursión en el beach vóley comenzó en Carrilobo, cuando el profesor de Educación Física del “cole” anotó a las “mellis” Villar en los Juegos Evita.

“No teníamos idea, no sabíamos ni cómo se jugaba al beach vóley, son otras reglas y otras técnicas. Pero salimos campeonas argentinas y justo ese año empezaron a ver jugadoras para los Juegos Olímpicos”, cuenta con gracia la cordobesa, quien compartió con su hermana Melania parte del proceso selectivo que incluyó a unos 600 jugadores de todo el país, entre varones y mujeres.

La decantación dejó a la dupla Villar-Churín como la pareja olímpica albiceleste. Y la cordobesa tiene claro lo que quiere. “Primero, tratar de dejar a la Argentina bien parada y jugar como nosotras sabemos, con tranquilidad. No va a ser fácil, vamos a tener bastante presión, con toda la gente, los familiares... pero vamos a hacer lo mejor posible”, asegura.

Fuente: Eugenia Mastri-Mundo D-La Voz del Interior